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7 señales de que necesitas cambiar tu silla de oficina (aunque aún funcione)

¿Cómo saber si debes cambiar tu silla de oficina aunque todavía sirva?

Debes cambiar tu silla de oficina si te duele la espalda, el asiento está hundido, el pistón no sube, hace ruidos extraños o sientes que tu postura empeora. Aunque siga funcionando, puede estar afectando tu salud sin que lo notes.

1. Te duele la espalda después de trabajar

Una silla de oficina no debe generar molestias. Si tras unas horas empiezas a sentir tensión lumbar o rigidez en el cuello, la silla ya no está cumpliendo su función. Lo más probable es que el respaldo no esté alineado con tu columna o que el acolchado esté vencido.

Este dolor no siempre aparece de inmediato, pero se acumula con los días y puede derivar en una lesión crónica. No lo ignores.

2. El asiento está hundido o deformado

El acolchado del asiento suele perder forma con el uso constante. Si notas que una parte está más baja que otra o que sientes contacto directo con la base, tu peso ya no se distribuye bien.

Esto obliga a tu cuerpo a compensar la falta de soporte con posturas inadecuadas. A largo plazo, afecta la circulación y el equilibrio corporal.

3. El pistón ya no regula la altura correctamente

Uno de los componentes que primero falla es el pistón de gas. Si la silla baja sola, no mantiene la altura o se siente inestable, el pistón puede estar dañado.

Trabajar con la altura incorrecta provoca que tus rodillas queden en mal ángulo y que tus brazos no se alineen bien con el escritorio. Todo eso perjudica tu postura.

4. Hace ruidos extraños o se siente inestable

Crujidos, rechinidos, “clics” o sensación de tambaleo indican desgaste interno. Muchas veces se aflojan tornillos o se dañan piezas que no son visibles, pero que afectan la estructura.

Una silla de oficina inestable no solo es incómoda: también es peligrosa. Puede provocar una caída o un movimiento brusco que afecte tu columna.

5. Cambias de posición todo el tiempo sin darte cuenta

¿Te mueves constantemente buscando una posición cómoda? ¿Cruzas las piernas, te apoyas en un solo lado, te echas hacia adelante? Esas microcorrecciones son señales de que tu cuerpo no está bien sostenido.

Una silla ergonómica y en buen estado debería permitirte estar centrado, con la espalda apoyada y los pies bien puestos en el suelo.

6. Tienes la misma silla desde hace varios años

Las sillas de oficina no duran para siempre. Incluso si parece “funcionar bien”, puede estar gastada internamente. Si la compraste en la pandemia o lleva más de 4 años de uso diario, probablemente ya superó su vida útil.

El desgaste no siempre se ve, pero afecta el rendimiento de los componentes internos y, por ende, tu salud postural.

7. Inviertes en tu escritorio, pero no en tu cuerpo

Cambiar el monitor, mejorar el teclado o comprar luces es común. Pero muchas personas siguen usando una silla incómoda sin notarlo. Si tu silla no acompaña estos cambios, todo el resto pierde valor.

Invertir en una buena silla no es un lujo, es parte esencial de cuidar tu cuerpo mientras trabajas.

No esperes a que tu silla se rompa para cambiarla. Si presenta alguna de estas señales, ya no está cumpliendo su rol. Lo importante no es si todavía “sirve”, sino si cuida tu postura y te permite trabajar sin dolor.

Cambiarla a tiempo puede mejorar tu concentración, tu energía y tu salud física a largo plazo.